domingo, 17 de abril de 2016

Musa

Aún no era posible imaginar una mujer tan bella y radiante de luz.
Se podía sentir en el ambiente: era su aura al respirar, su karma al oír y su mantra al mirar.
Al mirar un prisma en sus ojos, un movimiento de mándala que hipnotizaba la mente.
Su piel era cálida, como a un metal orgánico similar al tono de un acero pulido.
Sus labios de un rojo rubí, de sutiles curvas en la sonrisa y una voz más que frutal.
Su cabello por un momento fue lava volcánica, a temperatura suficiente para moldear los rasgos finos.
Vestía un vestido de seda cristalina, que caía hasta la mitad de sus piernas en forma de espuma.
Cada detalle de su anatomía era como presenciar una nebulosa en plena explosión.
Sus rodillas eran perfectas, diseñadas para lucir desnudas todos los días.
Sus hombros eran montañas tropicales, dos montes en un paraíso natural.
Sus manos eran teatros de ballet. Se dibujan suaves y sensibles danzas al tornasol del aire.
Los relojes de Dalí se derretían poco a poco, ya no me importaba mucho, de hecho me hacían sonreír.
El tiempo marcaba una tendencia al infinito, algunas cosas se transformaban, otras eran constantes.

Sin embargo el arte conceptual estaba perdiendo su concepto ya que el nuevo concepto de arte era el de ella.

domingo, 3 de abril de 2016

Domingo tres de abril

Dentro de la razón humana hemos olvidado que éramos, somos y seremos parte de una historia  primitiva y ancestral, de la cual no siempre se tuvo razón. Que el ser humano es un animal más y mientras tenga instintos básicos, no va poder desligar un alma de un cuerpo. Partiendo de ahí, la idea de crear conceptos individuales que lleguen a más allá de un adjetivo. Como por ejemplo, la exploración interna.  Las palabras en ocasiones son cortas para la descripción de un estado sublime al alter ego de la existencia. Sin embargo, la tierra es la metáfora perfecta para describir el pensamiento del nuevo universo. No sé, de pronto desperté y recordé que fui escupido por mí mismo, había probado la amarga sensación de un caníbal. El sabor a umami del cuerpo atado a una memoria. Como una plena discordia vaga de un lado al otro sintiendo su sombra partiéndose en dos. El rompimiento de palabras escritas sobres tés de jazmín. La cabeza del maniquí flotando sobre la mesa. Los arlequines pasan a través de mi ventana y con ellos un fondo de mosaico fluido fragmenta los fantásticos fractales frutales del fortuito fantasma hallado en la faena de su fraterna forma fausta. Y Sigo pensando en la literatura del mañana, en el alma prematuro de la coherencia, en la poesía de la calle y el teatro de vida. Sigo soñando con cerillos de diamante para los intelectuales, en la verdad del cosmos y un cuento de Borges para el televidente. Sigo huyendo de la "originalidad" social, de las hormigas con corbata y los bosques de concreto… Así hizo memoria de aquel fuego que incendia la absoluta y peregrina verdad. De los doce laberintos que llevan a tu boca, cada día es un camino que seguir con los rastros de plumas que en el suelo perduran. Entren la sed del pincel, los distintos extremos de artes que nacen del sol y vos en la tierra que dibujás alas para volar sobre la mente del sueño. Máscaras, cordeles, telas y un kit de accesorios para vestir la oculta fantasía. La fama de los ladrones que roban ropas y se lustran los zapatos a oscuras. Los días lunes, los remolinos en las cabezas intranquilas, la paz de la gravedad y el sueño de volar. Por eso el ser humano debe de ser un revolucionario por naturaleza, un revolucionario de al menos su sombra. A cada pensamiento abstracto, Maurits Cornelis Escher. “Arriba y Abajo”. Los niños que se ven y se oponen a la visión de la Torre de Babel. La cinta de Mobius que carga hormigas de fuego y esferas de agua, las medusas danzantes que ondulan estrellas y espirales. El indómito deseo de verte en sueños, la imagen tuya, el absoluto silencio, la pregunta y la autorespuesta: -¿Sabés algo? Sos dulcemente una tentación para las letras. El crujir mineral que da espacio a un poema dentro de otro:


Ni cantora y ni animada la jaula del pensamiento vacío
y brava la celeste idea de creer que estamos inscritos
en este mundo para brotar y transcribir la dulce semilla .

Tengo seiscientos años luz esperando a ver mi satélite,
la luz del ojo del Odiur aún no alcanza mi tiempo.

Los rayos gamma son paralelos a la existencia de esta vegetación,
y crecemos arraigados a esta tierra rica de nitrógeno sulfurado.

Mis cloroplastos sintetizan la lumínica energía del xilema mineral.
Y el agua en nutrientes al durazno van.


El regreso a la realidad, a las noches de insomnio. A imaginar el Monte Olimpo, tus ojos color madera. Los lisérgicos viajes de los árboles en el cerroA Calíope. La discrepancia de un intento por dibujar alas para volar. Una palabra enviada por el zaguán de la casa antigua. Que de las letras se deriven en plumas que yo pueda usar para alcanzar tu vuelo. La dicotomía de un nombre: Dos yo como un Di ego bifocal. A Cortezama. Las frases que escribí sobre el papel de tu cuerpo sereno,  las hojas de la mano que susurran un rasgado en mi espalda y en esas páginas en blanco teñir los párrafos del manual que usaré para volar. Como un omóplato se distorsiona en huesos de dragón. Como el dedo anular crece y forma un patagio hasta el tórax. El movimiento de un coleóptero. Ícaro en picada. Los planeadores. La metafísica en locomoción. La fuerza de sustentación y su presión aérea. Para dar un vuelo al sol, siga los siguientes pasos:
Paso 1: Busque una meseta, valle o cordillera. 
Paso 2: Haga un intento previo de aleteo. 
Paso 3: Colóquese de frente, de lado, o de espaldas al precipicio. 
Paso 4: Abroche sus alas, ya sea en la espalda perpendicular a la escapula o ajústelas en sus brazos, de manera que el húmero golpe el viento y el cúbito y radio den propulsión. 
Paso 5: Cierre los ojos y póngase en posición firme. 
Paso 6: Deslícese sutilmente hacia adelante hasta que sienta el vacío mover sus mejillas como un paracaídas. 
Paso 7: Abra los ojos
Paso 8: Curve su espalda y extienda sus alas lo más amplio posible. 
Paso 9: De un pulso hacia arriba y hacia adelante como queriendo besar el cielo. 
Paso 10: En el momento de batida, mueva el extremo frontal de sus alas ligeramente por debajo del extremo posterior de forma parabólica, toque la punta de sus plumas. Es entonces dónde empieza a remar a un ritmo de 80 Km/h, siga batiendo sus alas unas treinta y seis mil veces, sienta su corazón latir 100 pulsos/min. Vea en miniatura los campos, las ciudades, los mares y disfrute del frío que una nube da. Felicidades. Usted está volando.
Por último: ponga el freno de mano, localice un espacio abierto y empiece el descenso planeando con las alas abiertas. Sienta la libertad absoluta. Sienta el aire palpando su cuerpo en una alegoría al cielo.