Perturbados
señores,
Les
presento flores con curiosos colores,
computadoras
en estática,
Notas
en sintonía de FM.
Y
así toda la naturaleza humana.
y
así los niños cargaban morbo,
y
así el amanecer es sorpresa,
y
así un rayo la jeringa.
Sol
agotador de oscuridad,
enigma
de belleza,
inexplicable
como los misterios de Oera Linda.
Arcaica
luz de Ginsberg.
y
la sensación de realidad.
Por
una vez, quise cantar.
Por
una vez, fui carne y espíritu a la vez.
Libre,
en nombre del viento
quisiera
preguntar:
¿la
vida por sí sola inspira?
Por
una vez, canté, pero no podía.
No
podía ser niño, ni hombre,
ni
dios, ni zen,
ni
masa, ni unidad,
ni
energía, ni movimiento,
ni
siniestro, ni diestro,
ni
amor, ni odio,
ni
política, ni música, ni fe,
ni
frío, ni calor,
ni
infierno, ni tierra.
Ni
él, ni ella. NI MUCHO MENOS YO.
Por
una vez canté, pero no podía.
No
podía siquiera despertar de este ruin sueño,
¡MALDITO
MORFEO!
Quisiera
aprender a leer para morir en el infinito de las letras.
En
pie de la psicología afrodisiaca apoyo el cinismo.
Amo
lo que fue tabaco, papel, humo y tiempo para los jóvenes.
Fornico
la complejidad del espectro vital moderno,
la
histeria de los comercio y el “te quiero” para siempre.
Amén.