lunes, 4 de febrero de 2013

Sin título.


Perturbados señores,
Les presento flores con curiosos colores,
computadoras en estática,
Notas en sintonía de FM.
Y así toda la naturaleza humana.
y así los niños cargaban morbo,
y así el amanecer es sorpresa,
y así un rayo la jeringa.
Sol agotador de oscuridad,
enigma de belleza,
inexplicable como los misterios de Oera Linda.
Arcaica luz de Ginsberg.
y la sensación de realidad.
Por una vez, quise cantar.
Por una vez, fui carne y espíritu a la vez.
Libre, en nombre del viento
quisiera preguntar:
¿la vida por sí sola inspira?
Por una vez, canté, pero no podía.
No podía ser niño, ni hombre,
ni dios, ni zen, 
ni masa, ni unidad, 
ni energía, ni movimiento,
ni siniestro, ni diestro,
ni amor, ni odio, 
ni política, ni música, ni fe, 
ni frío, ni calor,
ni infierno, ni tierra.
Ni él, ni ella. NI MUCHO MENOS YO.
Por una vez canté, pero no podía.
No podía siquiera despertar de este ruin sueño,
¡MALDITO MORFEO!
Quisiera aprender a leer para morir en el infinito de las letras.
En pie de la psicología afrodisiaca apoyo el cinismo.
Amo lo que fue tabaco, papel, humo y tiempo para los jóvenes.
Fornico la complejidad del espectro vital moderno,
la histeria de los comercio y el “te quiero” para siempre.

Amén.