jueves, 25 de mayo de 2017

Voces en el alma

I.
Los caprichos de María Antonieta. Interior de una cocina: Hecho con corazón de reyes. Los Jardines de Luxemburgo lucen su verdes. Hay aves en el cielo celeste, como bellas mujeres en la plaza. La vida hecha una pintura, los pedacitos de ojos que miran hacia el Norte. Mil personas caen en la verdad detrás de un lente. Los Jardines de Luxemburgo lucen sus verdes. El sol, París. El río Sena, la Bastilla. Mil quinientos años, tomados de sus raíces. El clásico reloj hacia atrás. La burla del suizo. Enrique IV hombre vestido de verde. Hoy es de los pocos días del año en que hay sol de primavera. Aproximadamente 60 días de luz y 300 noches de amor. Las personas mirando hacia la calle, mientras sus cafés se enfrían en soledad. Los candados fundidos y las llaves pérdidas. Notre Dame hecha de los góticos, esquinas de quimeras, mil gárgolas, mil espinas en saco de oro. Las falsas coronas. Las lágrimas negras de una esfinge llorando. La revolución, la igualdad, el bajo parlamento. La absoluta monarquía a los pies del pueblo. Filo, sangre noble, frío, la ironía de la divertida guillotina. La cima de la libertad. Las piedras de la fraternidad. Los 28 reyes del antiguo testamento. Las bombas escondidas. Hitler maravillo por el arte de europeo. Napoléon, Alejandro Magno, Igualdad. Y así se vivía en la filosofía Ilustre, nacida en los barrios latinos. Jacques de Molay maldiciendo en llamas. Las joyas oxidadas. La pocilga cuadrada de un ser perseguido.

II.
Los dominios de la reina ocultos en el Jardín de las Delicias. Un hogar para nobles. Una cárcel para todos. Las fuentes encendidas disparan las gotas con que le arcoíris del Rey Sol reclama. El salón de los espejos, gran cuarto de bailes. Las alcobas de las doncellas, una distraída toca el clavicordio de su virginidad. Las huellas impregnadas en las gradas del alto piso de mármol. La corte lista para juzgar. Llámese Pueblo. Llámese Revolución. Lejano en el odio de un fino perfume burgués están los muertos de hambre. Están los ignorantes del dogma frágil. Los que callen y siguen ordenes; háblese del zapatero, háblese del agricultor, del sirviente que agacha la cabeza. Quienes con agallas y educados por la historia son la voz de dios. No más sangre real. Ni un absoluto rey. Pintores que escriben la leyenda del mundo y ahora cruzando el Arco del Triunfo van los hípsters de la Concordia siendo un souvenir más. Empapados por el obelisco del Take me back. Aquellos caminando por Les Champs- Élysées, olvidando su camino por el infierno. Limpios, bubónicos, burocráticos. En el tibio cañón de un despatriado listo para disparar en medio de los ojos, con una bala mordida por Robespierre. Algunos parisinos la odian, odian a la bala y suben hasta la ardiente punta con tal de no verla. La estructura del hogar, las verdades bajo los puentes. Los aplausos del Monsieur Sanson. La verdad está en la luz.

III.
Que curiosa la arquitectura de este lugar. De un pensamiento abatido por los flagelos del cuero llamado clero. Desde las bases del concreto y arena que crean las estructuras de las catedrales. La transformación de un alto estado cercano a dios, hasta la inclusión de un pensamiento renacido por la razón. Las cúpulas de oro, el Cristo de plata. Las flamas del corazón, los fervientes maestres cargando cadenas. Lejanos palacios que son museos de ladrones, cercanos ladrones que son reyes. La corona del oráculo en la cabeza del Primer Ministro. Las esmeraldas incrustadas en la espalda cicatrizada del hombre. ¿Y la mujer? Luchando en el campo de batalla. Más de cien años, Juana de Arco un amor platónico para cualquiera. Y el anfibio humanoide de cabeza de rana le lleva un tributo a Neptuno que espera apagar el Pandemonium. Los triunfadores colgados, los caídos sin cabeza. Las disculpas obligadas. El cielo que espera para bendecir a los verdugos. El cuervo presente, volando de techo en techo y cantándole a un Odín dispuesto a festejar la lucha del cambio revolucionario. El fuego en el piso de la tumba del soldado. Las puertas del Palacio de Versalles destruidas. El consejo del sacerdote. El cristal de aureola sobre las cabezas inocentes. La voz cortada de las Potestades. El equilibrio de las leyes físicas. La gran barrera entre el mundo espiritual y el humano. La carta a los Efesios. Los veinticuatros Tronos de jaspe y cornalina. Las manos de las Dominaciones sobre el mar de rubíes. La pirámide que demuestra el peso del paraíso divino.

IV.
A partir del lanzamiento de cabeza por la ventana incluso en el ascenso a los cielos por los brazos del ángel. ¿Podrías salvarme? Aún estoy a tiempo. Los rosarios del monje, el confesionario, el fresco divino del salvador por debajo del hombre que acuña la moneda. El amigo fiel que escucha los pecados confesados. El Serafín que viene a sonreír, un momento entre amantes, nuestra alma coronada por el verbo sexual. La carne tuya, el delicioso beso. Tus labios hechos un manjar, tu intelecto es la eterna sensualidad. La ciencia con que me miras, la música de tu voz. El sol con que brillas, tus manos jugando con las nubes, siendo un retrato del viento que sopla el dorado de nuestros días. ¿Podrías salvarme? Aún estoy a tiempo. Y te veo partir sobre un barco que vuelve hacia el pasado. Te quiero seguir por siempre. Dejaste tu corazón olvidado. Enterrado en el osario de la tierra santa, entre las arenas de Gólgota. Te espero con los huesos en la piel, con el girasol en la mano, con el inicio del tacto. Teniendo más de 206 razones para perdernos en la historia. 10:40 am: Veo el collar, el dije tu pecho, la azulita que se entrelaza con estos pensamientos, sin tiempo para destruir los papeles puestos en vos. Mirando a través del espejo, entre juegos de luz está tu cuerpo girando con el aura encendida. Volando en lo alto del volcán. En lo eterno del pétalo caído. ¿Podrías salvarme? Aún estoy a tiempo. No voy fallecer sin nombre. No hasta que aparezca la verdad. El color que necesito. No, sencillamente no me iré aún.

V.
La torre donde los recuerdos son escondidos, habían piezas de ajedrez hechas en cuarzos y un movimiento horizontal de la estrategia sagrada. Unos con otros compartían el cáliz y el vino. Mientras que en la estancia del Rey, una cortesana sabía cómo encontrarle la fortuna al monarca. Un cuchillo enterrado en el pulmón derecho. El adulterio, el incesto. La torre blanca manchada de sangre. Los gritos de las cámaras de tortura. El susurro de las oraciones en la capilla. Dios mío. Estoy postrado en este altar de marfil, esperando a ser lanzando a las aguas frías del infierno. Y ahí está: ésta es María conociendo a su fruto celeste, éstas son las manos del soldado en la costilla del mesías. Éstas son las espinas del rosal con se coronó al gran Hijo del Señor Glorioso. Santificado sea tu nombre y en tu nombre derramamos la sangre de nuestros enemigos. En tu nombre evangelizamos el vino y a los paganos niños. Y sino, pues son la ceniza de la hoguera medieval. La expansión cristiana. La violación del ser humano. Los gritos en la cruz. Las puertas del cancerbero en el cielo. Los príncipes desaparecidos. La conspiración de la orden templaría. Los verdaderos siervos. El soldado dragón. La espada de libertad. El orbe macizo. Los relojes de perdidos. El imperio Bizantino. Estamos a tus órdenes. Solo déjanos tener fe. Llegar hasta la cúpula de tus soles divinos y esperar a que la lluvia deje de caer. Siendo el centro del universo. Siendo la letra que no vendrá en los libros de profetas.

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