Y hay tréboles en el cielo
como montes en los pies.
La luna creciente llora,
en este mundo de capas de calor.
Cayó el meteorito,
un hueco en la nube gris hizo.
Aquel llamado súper revólver láser.
Y hay suelos de arena,
Y un sol loco, que se va.
¡Las palmeras en fuego!
Con su baile alrededor.
Calló al mar,
un silencio en la piel,
por ser frío el pez.
Y cada amanecer que devuelve la cordura,
la sensación, la fantasía
de una vida en el vacío.
Ayer que estuvimos a unos metros,
compartiendo los cigarrillos verdes.
Y hoy estas botellas que gritan por un dios de
Carbenet.
Ayer que tus besos me supieron a nubes,
Y hoy que mis labios reúnen las gotas del amanecer.
Quisiera pasear por tu espalda,
en una bicicleta de doble pedal.
Hasta llegar al jardín de tus delicias,
y oler las flores que crecen en los pezones.
y oler las flores que crecen en los pezones.
Con ese aroma a mujer,
A vos.
Con el dorado que brilla en las historias de
los libros añejos.
Y las cenizas de nuestro ser que vuelven a
nacer.
Justamente en esos besos bañados con laurel.
En el manantial donde tu acuario canta.
Y es que nos tiramos al vacío con nuestras
miradas puestas en las pupilas castañas.
Y es que allí es donde caemos, entre ideas y
pensamientos para viajar en un transporte hacia la eternidad.